Consiste en puncionar el abdomen de la madre, con una aguja muy fina, hasta llegar a la cavidad amniótica y extraer un poco de líquido amniótico que se envía al laboratorio.
En este líquido hay células fetales que pueden estudiarse para conocer distintos problemas fetales. Esta prueba se realiza a partir de la semana 14-15 de embarazo.
La utilización más frecuente de esta prueba es para saber si el feto padece enfermedades cromosómicas (como el Síndrome de Down), pero también en casos especiales para saber si el feto tiene enfermedades hereditarias, problemas de espina bífida, infecciones o para conocer su madurez pulmonar.
En caso de alteraciones cromosómicas, le ofreceremos la posibilidad de saber el resultado completo en tres semanas, pero actualmente hay procedimientos para conocer en 48 horas laborables un avance muy significativo del resultado total mediante técnicas muy sofisticadas como la QF-PCR o el FISH. La seguridad del resultado es muy próxima al 100%.
El problema que plantea esta prueba es que tiene un riesgo de aproximadamente el 1% de perder el feto por aborto indeseado.